Fui adonde mi terapista, es
decir, ella quería serlo, Laura, tenía
38 años de edad, era delgada, demasiado delgada para mi gusto, de una piel amarilla como la de los pollos recién
desplumados, nariz aguileña que ocupaba casi la mitad de su rostro, gafas como
marco de presidente Virgilio barco, que Dios lo tenga en su gloria, y la piel arrugada como algunos pliegues en el
papel Kimberly, pero esa mañana la
crisis no hizo distinción, así que me encontraba poseído por el hormigueo, con
los nervios destrozados, una taquicardia eterna, ahogándome sin poder respirar
demasiado, pero no pudiendo morirme, y
pensamientos catastróficos en mi mente.
Laura me hacía demasiados
cumplidos, que tenía unas hermosas
manos, delicadas y suaves, que le encantaba mis ojos, que cualquier mujer debería
ser dichosa conmigo en la cama (eso era lo que más me rayaba) y hasta chupaba bombón
con descaro morboso delante mío, provocándome unas enormes nauseas.
No había otra, necesitaba un psicólogo,
y no podía pagar por uno particular y a mi gusto, me
temblaban las manos más que de costumbre, así que toqué a la puerta:
-¿Puedo seguir?
-Claro Alfonso, tu siempre eres
bienvenido…
-Laura, es que no puedo más
con esta ansiedad, hoy tuve una crisis de pánico, siento que voy a terminar de
por vida en un manicomio, me van a meter electrochoques, terminare con camisa
de fuerza, y mi familia me odiara por eso.
Ella comenzó a acariciarme el
cabello, en un principio pensé “bueno, es algo de cariño, quizás sirva” pero
ella me miraba absorta, como cuando se mira con deseo, me miraba los labios,
que estaban temblando, no tenía nada de atractivo en ese momento, pesaba 50
kilos y media 1.75 mts así que seguí contándole
mi historia…
-
Nunca tuve una buena imagen de padre, estoy
solo, no tengo novia, mi familia acá en Ibagué no me quiere, solo me calma tocar, pero cuando tengo estas
crisis, nada me calma, hace rato que no tengo
una mujer, y creo que nunca la volveré a tener, porque cada día soy más
feo…
-
No es cierto, eres lindo, eres inteligente,
atractivo, cuando sonries, iluminas el mundo, solo tienes que abrirte al
contacto, dejarte conquistar…
Acto seguido, sentí su mano descender a mi pierna, “hasta ahí
carajo”, pero no me podía mover, ella seguía hablando de contacto, de mi
agresividad, que tenía que bajar la guardia, que me dejara llenar de cariño por
los demás, pero yo solo sentía asco, sentía que su mano quemaba mi piel, y no hacía
nada por detenerla, luego poso otra mano en mi cuello y acaricio los vellos de
mi nuca, y mientras seguía con su discurso, me toco los testículos, entonces me
paré de un salto, con tal brusquedad que ella casi se vio lanzada al suelo, y
tuvo que agarrarse de la silla para no caer…
-Bueno, vine aquí a que usted me
ayudara con mi problema, y usted solo está sacando provecho, abusando de mi
confianza, oiga bien, usted está violando la ética del psicólogo, y si vuelve a
intentarlo, no tenga miedo, yo la denunciare sin pensarlo dos veces, ¿ENTENDIÓ?
No me había dado cuenta, pero había
subido la voz gradualmente, hasta convertirse en un grito ensordecedor, aunque
a nadie le extrañaba que mi exaltación hiciera que lanzara algunos alaridos de
furia de vez en cuando…
Ella se quedó petrificada en su
silla, y mientras yo la miraba con todo el desprecio de mi alma, atino a decir:
-Ok querido, espérame, ya regreso…
Comenzó a caminar muy rápido por
los pasillos de la universidad, hasta que escapó, no regreso por un buen
tiempo, así que decidí sentarme en la cafetería, tenía una vista increíble, se podía
ver las montañas partirse en un cañón verde por donde pasaban aves en bandadas,
ahí estaba yo, solo, y las sensaciones comenzaron a desvanecerse, comencé a
aterrizar en una especie de tristeza honda, y entonces los personajes más
extraños y raros de aquel lugar se sentaron a mi lado, tomaron sus sillas
alrededor de mi para mirar el atardecer glorioso que daba paso a la penumbra
tropical, en silencio así, hasta que alguien rompió el silencio
-Que le pasa, usted no se
mantiene callado ni por casualidad, cuente, o fue que se lo comió Patty…
-Si así fue, eso quería, llegue
con una crisis nerviosa, y me tocó las Gûevas, casi me viola esa vieja
hijueputa…
-A mí también me metió mano, en
una de mis crisis, metió mi dedo en su boca y lo chupo…
-a mí también, me besó la nuca, y
paso su lengua por mi oreja, fue asqueroso…
-Ni que decir a mí- dijo un
tercero- en una ocasión también llegue en crisis nerviosa, y la nena me susurro
cosas sucias al oído…
-Yo me la como- dijo el primero,
mientras todos lo mirábamos con asco, y sabíamos que era capaz de hacerlo.
-No solo es porque es fea- irrumpí-
es porque es asquerosa, no conserva la feminidad solo me provoca nauseas….
Prorrumpimos en risas y
carcajadas, nos olvidamos por un momento de todos los problemas, la peor psicóloga
del mundo estaba a cargo del grupo de chiflados más grandes que hubieran
estudiado artes.
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