El autor de estas líneas, o sea, yo, viene a decir algo y
a sostenerlo en la cara de quien sea, el mayor mercado ahora es la esperanza, o
la ilusión, se compra a granel y se vende al por mayor, cremas anti arrugas,
gel para adelgazar, pulseras energéticas, santos rosarios, estampitas de san Nicasio, aguas abre caminos, baños de rudas, biblias,
coranes, libros de superación personal (padre rico, padre pobre), aceite de hígado
de tiburón para curar el cáncer terminal, programación neurolingüística y otras
frenologías recubiertas de terminología científica, todo se vende, el horóscopo,
las aplicaciones para conseguir pareja, sea hombre, mujer o burro mandingo…
El mercado de la esperanza está saturado, pero nunca
quebrado, los feos compramos belleza, los pobres compramos lotería, los
esclavos compramos libertad financiera, los mortales compramos vida eterna, la televisión
lo vende todo en empaque luminoso, y lo compramos, son enormes paquetes a
contra entrega de aire, como las bolsas de papitas, como el sabor a súper queso
de “Doritos”, hay quienes compran culo postizo y tetas de goma, quienes compran
fajas reductoras y pastillas de dieta, somos pobres, somos feos, somos estúpidos,
somos nada, y perseguimos la felicidad en embalaje de encomienda.
No se ofenda cuando le digo que no quiero su mierda, o
que todo lo que me vende vale culo, solo quería decirle el auténtico valor de
esos jueguitos de fantasías infantiles que se han tornado peligrosos porque
ahora los compramos, pagamos el favor de dios en una iglesia, pagamos la boleta
de un partido de futbol para recibir triunfos ajenos, pagamos por cada ilusión con
la vida, y si usted me pregunta si estoy deprimido, yo le diré que este mundo está
lleno de ilusiones mal sanas, no estoy deprimido, es solo que yo, yo no estoy
nadando con la corriente.
P.D. el día en que una crema antiarrugas me deje liso un testículo,
ese día me compro una tonelada…
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